Tribulaciones; momentos en la vida en los que no es tan sencillo agradecer
a Dios por las circunstancias. Donde, dependiendo de la gravedad, podemos sentirnos
avergonzados ante la sociedad, maldecir el día que nacimos, o simplemente
preguntarle a Dios: ¿POR QUÉ A MÍ?
Anteriormente, pensaba que la
tribulación era un castigo. Que Dios simplemente hacía caer un rayo del cielo
para hacer que sus criaturas sufriesen un poco y divertirse con el espectáculo.
Suena horrible, ¿verdad? Sí. Y muchas personas puede que tengan esta u
otras ideas cuando de tribulaciones se trata.
Quiero aclarar que muchas veces Satanás busca la manera de que estemos
atribulados, pero de este tipo de tribulación no quiero hablar, sino de aquella
que proviene de Dios. ¿Es Dios un ser maligno que disfruta haciéndonos sufrir?
En este tiempo, donde mi familia y yo hemos vivido más tribulaciones que en
toda nuestra vida, le preguntaba al Señor: ¿por qué estamos pasando por esta
situación? ¿Acaso no estamos haciendo las cosas correctamente? ¿Qué más quieres
que te entreguemos? Ante nuestras lágrimas y súplicas Dios me habló a través de un sueño. En él
pude escuchar diversos libros de la Biblia pero, sobre todo, se hizo énfasis en
dos: Job y Deuteronomio. Después de varias semanas comencé a leer el libro de Job. ¡Cuán identificada me sentí ante los lamentos de Job! Parecía que cada
versículo hubiera descrito mis pensamientos. Sin embargo, al avanzar en los
capítulos 5,6,7 y 8 Dios abrió mis ojos y tocó mi corazón:
En primer lugar, me hizo ver que, a pesar de que Job viviera en integridad
y lo tuviera “todo”, no sentía paz. La verdadera felicidad, que solo
proporciona el Señor con su presencia y comunión, no la tenía, y simplemente
realizaba holocaustos por el pecado de sus hijos. Su moral era impecable, pero
esto solo era externo y no del corazón:
“Porque
el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo
temía. No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; no obstante,
me vino turbación”.
Job 3: 25-26 (RVR1960)
En segundo lugar: puede que hayamos conocido a Dios desde
hace varios años, nos haya ido bien, y le hayamos hablado y levantado el ánimo
a muchísimas personas. Sin embargo, cuando la prueba venga sobre nosotros puede
que no sepamos cómo reaccionar. Podemos conocer la Biblia y lo que en
ella está escrito, pero no sirve de nada si no la aplicamos en nuestra vida. Solo
la palabra de Dios puede animar nuestra alma y corazón en los momentos de mayor
duda y desesperación:
“Si
probáremos a hablarte, te será molesto; pero ¿quién podrá detener las
palabras? He aquí, tú enseñabas a muchos, y fortalecías las manos
débiles; al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las
rodillas que decaían. Más ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;
y cuando ha llegado hasta ti, te turbas. ¿No es tu temor a Dios tu confianza?
¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos? Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?”.
¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos? Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?”.
Job 4: 2-7 (RVR1960)
En tercer lugar: Por supuesto que
podemos desahogarnos. Muchas veces no entendemos nuestra situación y abundan
las quejas y dudas. Es algo normal. ¿Podemos no entender la situación? ¡Sí! ¿Podemos
quejarnos ante aquello que desconocemos? ¡Sí! El problema está en pecar contra
Dios con nuestros pensamientos y corazón o herir a nuestro prójimo con palabras
necias:
“Las
cosas que mi alma no quería tocar, son ahora mi alimento. ¡Quién me
diera que viniese mi petición,
y que me otorgase Dios lo que anhelo, y que agradara a Dios
quebrantarme; que soltara su mano, y acabara
conmigo! Sería aún mi consuelo, si me asaltase con dolor sin dar más
tregua, que yo no he escondido las palabras del Santo. ¿Cuál es mi fuerza para
esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia? ¿Es mi fuerza
la de las piedras, o es mi carne de bronce?”.
Job 6: 7-12 (RVR1960)
“¿Qué
es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas
sobre él tu corazón, Y lo visites todas las mañanas, y todos los
momentos lo pruebes? ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me
soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? Si he pecado, ¿qué puedo hacerte
a ti, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta
convertirme en una carga para mí mismo? ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y
perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares
de mañana, ya no existiré”.
Job 7: 17-21 (RVR1960)
En
cuarto lugar: ¿Prosperara Dios al malvado y al justo lo dejará en soledad? ¿Por
qué Dios hace pasar por esas condiciones a sus hijos?
Ante
estas preguntas Dios me dio esta respuesta:
“He
aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no
menosprecies la corrección del Todopoderoso. Porque él es quien hace la llaga,
y él la vendará;
el hiere, y sus manos curan. En seis tribulaciones te librará,
y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre te salvará de la muerte,
y del poder de la espada en la guerra. Del azote de la lengua serás encubierto;
no temerás la destrucción cuando viniere. De la destrucción y del
hambre te reirás, y no temerás de las fieras del campo; pues aun con las
piedras del campo tendrás tu pacto, y las fieras del campo estarán en
paz contigo. Sabrás que hay paz en tu tienda; visitarás tu morada, y nada
te faltará”.
Job 5: 17-24 (RVR1960)
Desde el principio hemos pecado. Lo
que significa que el pecado predomina en nuestro corazón. Por esta razón,
cuando seguimos a Jesús algunas de sus peticiones nos parecen extrañas y que muchas
veces atenta contra nuestra libertad. No es de extrañar debido a la influencia
de una sociedad tan egoísta como la nuestra.
La
verdad es que existe un ser supremo que ha creado todas las cosas; las sostiene
y las posee. Dicho ser es Dios, el cual fue revelado a los hombres como JEHOVÁ,
EL GRAN YO SOY. Nunca seremos realmente felices sin Él. Y que,
para que ésta verdad se quede grabada en nuestros corazones Dios debe limpiarlo
primero de todo el pecado y la ceguera que posee:
“Porque
las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le
glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se
hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la
inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron
entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es
bendito por los siglos. Amén”.
Romanos
1: 20-25 (RVR1960)
Las tribulaciones sacan lo peor de
nuestros corazones y nos permiten crecer y ver las cosas de otra manera. Puede
que en un principio no lo veamos, pero en el futuro lo agradeceremos:
“Es verdad que ninguna disciplina al
presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.
Hebreos
12:11 (RVR1960)
“¿Acaso
torcerá Dios el derecho,
o pervertirá el Todopoderoso la justicia?”. Job 8:3 (RVR1960)
“¿Crece
el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua? Aun en su verdor, y sin
haber sido cortado, con todo, se seca primero que toda hierba”. Job 8: 11-12 (RVR1960)
Cuando pensemos que Dios se ha olvidado de nosotros recordemos siempre esta
palabra:
“Ciertamente
yo buscaría a Dios, y encomendaría a él mi causa; el cual hace cosas
grandes e inescrutables,
y maravillas sin número; que da la lluvia sobre la faz de la
tierra, y envía las aguas sobre los campos; que pone a los humildes en
altura, y a los enlutados levanta a seguridad; que frustra los
pensamientos de los astutos, para que sus manos no hagan nada; que
prende a los sabios en la astucia de ellos, y
frustra los designios de los perversos. De día tropiezan con tinieblas,
y a mediodía andan a tientas como de noche. Así libra de la espada al pobre, de
la boca de los impíos, y de la mano violenta; pues
es esperanza al menesteroso, y la iniquidad cerrará su boca”.
Job 5: 8-16 (RVR1960)
“Si
tú de mañana buscares a Dios,
y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, ciertamente
luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado
será muy grande”.
Job 8: 5-7 (RVR1960)
Aún en la tribulación:
“Aún
llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo. Los
que te aborrecen serán vestidos de confusión; y la habitación de los
impíos perecerá”.
Job 8: 21-22 (RVR1960)
Con estas palabras mi alma y mi corazón se han consolado
y cada noche las recuerdo. Sé que esta situación no es para mal sino para mi
bien.
“He
aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así; óyelo, y conócelo tú
para tu provecho”.
Job 5:27 (RVR1960)
Ahora solo hay que ponerlo en práctica.
D.V
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