IMPARTE es un ministerio familiar formado desde el corazón de Dios para llevar su mensaje de salvación a toda lengua y nación a través de diferentes manifestaciones artísticas.

jueves, 24 de septiembre de 2015

UNA LÁMPARA. UNA DECISIÓN

En la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13) Jesús habló que cinco de ellas eran prudentes y las restantes insensatas, puesto que unas llevaban aceite en sus lámparas y las otras no. 

En cualquier momento podía llegar el novio y debían estar preparadas. Sin embargo, ante la larga espera todas cayeron en un sueño profundo. De repente, de un momento a otro, anunciaron la llegada del novio y, a pesar de que todas estaban dormidas, es decir en la misma condición, las prudentes llevaban aceite y sus lámparas alumbraban el camino al novio, mientras que las insensatas despertaron agobiadas pidiendo aceite para poder encenderlas. 

Ante la negación de las vírgenes prudentes de compartirlo (puesto que no tendrían suficiente para ellas mismas ni para las demás) las insensatas se apresuraron a comprar aceite, pero, al salir, el novio había cerrado las puertas y ya no pudieron entrar.

¿Qué podemos ver aquí? El aceite en múltiples versículos bíblicos hace referencia a la unción, es decir, al Espíritu Santo, y ¿qué es la lámpara? ¡Nuestra vida! El Espíritu Santo es el único que nos permite ser luz y estar firmes ante Dios; aquel que está en nosotros como un sello y nos permite la entrada a esa vida eterna con Cristo en el cielo.

Ambos tipos de vírgenes tenían la misma condición: Estaban dormidas. Esto puede interpretarse como que tenían mismas características: Vivían en el mismo mundo lleno de tentaciones, pecado y maldad. Sin embargo, dependía de ellas el tener aceite o no en ese período de "reposo" hasta la boda. 

En los tiempos de Jesús, la tradición judía en las bodas era que un grupo de amigas de la novia esperaran al novio cerca del lugar en el que se llevaría a cabo la fiesta nupcial, para iluminarle el camino con lámparas cuando este llegase. La relación con el Espíritu Santo es lo que buscaron esas vírgenes prudentes; amar a Dios sobre todas las cosas; conocerlo a través de su palabra. Ese era el aceite en sus lámparas. 

El Espíritu Santo iba a ser la luz que les guiara en el camino hasta el novio. Sin embargo, las vírgenes insensatas pudieron buscar a Dios, pero no lo hicieron, solo hasta que se anunció la llegada del novio y ya era demasiado tarde.

¿Dejaremos pasar nuestra relación con Dios y estar a cuentas con Él solo al final, cuando ya no haya vuelva atrás? ¿Dejaremos que el odio, la mentira, el orgullo, las contiendas, etc gobiernen así sea una parte de nuestro corazón y nos alejen de Dios? 

¿Dejaremos perder nuestra salvación? ¿Compraremos aceite cuando realidad nos lo están regalando? 

Depende de nosotros elegir 

"Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. 

Éstos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. 

Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". 

1 Pedro 2: 3-9 (RVR1960)



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